Lloré. Lloré por Tomás, por Teresa, por Sabina, por Franz, por la corneja. Lloré porque me di cuenta de que todos y cada uno de ellos tienen algo de mi y a de igual forma yo tengo algo de ellos.
Lloré porque me di cuenta de que lo que siempre me ha preocupado es eso: La insoportable levedad del ser.
Ahora que lo sé, buscaré algo de peso.
1 comentario:
Es curioso, todos somos iguales, hombres inhumanos que simplemente quieren ver a docenas de mujeres en una piscina, sin vida, sin alma, y lo peor, sin peso...
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